El proceso de nitruración gaseosa es un tratamiento termoquímico que consiste en endurecer la superficie del acero mediante el aporte de nitrógeno y difusión del mismo, mejorando su resistencia al desgaste y a la fatiga manteniendo la tenacidad del núcleo.
Los procesos de nitruración gaseosa se caracterizan por la formación de una capa superficial de unas micras de espesor, habitualmente entre 10 y 20 micras, compuestas de nitruro de hierro prácticamente en su totalidad. Tras esto nos encontramos una zona de difusión en la que a medida que profundizamos, encontramos una menor cantidad de este compuesto, hasta alcanzar los valores nominales previos al tratamiento. Los tiempos pueden ser ajustados para obtener los espesor deseados de profundidad de capa.
Una de sus principales ventajas con respecto a la nitruración liquida es que no se utilizan sales de cianuro o cianatos, las cuales tienen graves implicaciones ambientales.